domingo, 1 de marzo de 2015

La moda del S.XIX

Al igual que otras costumbres, la moda habla de la sociedad y su idiosincrasia, nos muestra los elementos que son importantes en una cultura y de qué manera su gente vive y se desenvuelve en un contexto histórico, social, laboral y geográfico determinado, a su vez que todo esto influye en cada una de las piezas que conforman la vestimenta.

A finales del Siglo XIX era impensable que las mujeres llegasen a liberarse del corsé, o que un día se pusieran faldas que dejasen ver sus piernas. Antiguamente, los patrones que regían la moda eran estéticos, despreocupando factores considerados secundarios, como la comodidad e incluso el bienestar físico. Con los cambios tan grandes ocurridos durante el siglo XX en las formas del vestir y en la tecnología, es fácil imaginar que en un futuro próximo surgirán nuevas e innovadoras prendas auspiciadas por la tendencia al confort, la comodidad y la llegada de avanzadas fibras textiles.Las 
formas básicas de las prendas de vestir siguieron siendo las mismas que durante el siglo anterior, pero la ornamentación dejó de ser tan exagerada y los diseños se volvieron más sencillos. Se dejaron de utilizar las mangas de pernil, los hombros ahuecados dieron paso a un mayor volumen en la zona de la muñeca, las cinturas se estrecharon y las faldas adquirieron más volumen, efecto conseguido superponiendo varias prendas y disponiendo volantes horizontalmente, su magnitud llegó a resultar un inconveniente para la movilidad de la mujer. Además de la anchura añadida, las faldas se alargaron hasta barrer el suelo.


A finales de los años 50 las faldas sufrieron un cambio drástico. Gracias a la invención de nuevos materiales, apareció el miriñaque o enagua con aros. En la década de 1840 el término “miriñaque” o “crinolina” se refería a las enaguas hechas de crin de caballo tejido con lino resistente. Después de 1850, el término se utilizó para designar a la enagua con armazón de aros metálicos o de ballena, o cualquier falda ancha que llevara uno de esos armazones. Con la llegada del miriñaque, las faldas se hicieron extremadamente anchas. El desarrollo del cable de acero, los importantes avances de la industria textil y el uso práctico de máquinas de coser facilitaban que los miriñaques pudieran ser todavía más grandes. La continuada mejora de telares y tintes hizo posible una amplia variedad y cantidad de materiales para faldas.


Durante el periodo de la “Belle Èpoque” en Europa (1870-1914), caracterizado por la elegancia el refinamiento y el optimismo, los patrones que regían la moda eran estéticos, siendo secundaria la comodidad y el bienestar físico de la mujer.
Hasta comienzos del Siglo XX la moda femenina fue incómoda a consecuencia de la utilización del corsé, que apretaba todos los órganos internos. Así muchas mujeres se convertían en meros objetos decorativos. El ideal de belleza femenino debía ser de pecho erguido y abundante, caderas anchas, cintura muy afinada y nalgas exageradas. Así surgieron las mujeres con forma de “S”, que ajustaron las faldas, recogieron el pelo sobre la cabeza, con complicados peinados y adornaron sus enormes sombreros con plumas, haciendo además juego con la estética modernista. A finales de este periodo comienza a aparecer un nuevo tipo de mujer, por primera vez creado por ellas mismas. Una mujer independiente, que luchaba por el voto y por entrar en el mercado laboral. Para ellas la vestimenta se fue simplificando y la excesiva ornamentación desapareciendo, dando lugar al traje sastre de dos piezas, más adecuado a las nuevas necesidades.

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